Hace mucho frio en los cerros de Lima y más aún cuando es invierno. El cielo nublado, los
perros ladrando, un olor parecido al aire del mar y es más de las 11 de la noche, como si fuera un día cualquiera; sin embargo, hoy no es un día "normal" por mi barrio pues escucho gritos, silbidos, toques de pitos y veo a
diferentes vecinos arrastrando algo que llama mi atención: habían capturado a
un "pirañita". Además, lo estaban golpeando con palos, lanzándole piedras y
escupiéndole como si fuera Jesús
rumbo a su crucifixión. Se le veía sangrando, oliendo
a sudor,mal herido y un ojo reventado, pero eso a mis vecinos poco les importaba porque su rabia
pudo más que su control.
Al acercarme a mi vecino le pregunto qué hizo ese delincuente y me gané una
respuesta que me dejó pasmado: “Mató a Mariela, aquella niñita de 11 años, de ojitos marrones,
cabello negro, recién llegada al barrio con la señora que no tiene esposo. Era quien llevaba un pequeño lacito en
su cabecita ¿recuerdas?. El desgraciado la asesinó solo para quitarle 30 soles
que Mariela tenía para comprarle las medicinas a su mamá. ¡Le quitó la vida por 30 soles!”, mencionó con una
indignación que se le notaba al ver brillar sus ojos, como queriendo estallar en lágrimas.
Ya cansados y hartos de tantos robos por
este barrio, mis vecinos gritaban a los cuatro vientos que mataran al "pirañita" pues no
podían estar tranquilos con la muerte de mi vecinita, quién solía venir
constantemente a comprarme pancito, 4 huevos y una tajada de queso por las
mañanas, para el desayuno de su casa. Finalmente, decidieron llevarlo al
único poste de alumbrado público que hay por acá. Lo desvistieron, lo
maltrataron hasta cansarse(él lucía moribundo y casi desmayado por los golpes),escupieron,cogieron la galonera
de gasolina y lo rosearon por todo el cuerpo hasta quedar empapado
completamente. José, mi vecino, tenía una vela encendida y se alistaba para tirárselo al desafortunado asesino juvenil.
Todos voltearon al mismo tiempo al ver unas luces rojas
y azules, con un sonido ensordecedor(de niños solíamos imitar), y venía a toda
marcha: era la Policía con su camioneta. Bajaron rápidamente y se fueron
directamente hacia el "pirañita" para rodearlo, protegerlo y evitar que lo terminaran de matar.
Sin embargo, al estar resguardado, los vecinos empezaron a enfurecerse aún más,
mostrando sus palos, piedras y mangueras. No estaban dispuestos a dejar que se lo
llevaran.
Fue poco el intento de mis vecinos por querer detener a las fuerzas del orden y evitar que se lleven al delincuente. Hubo un último intento de mi vecino José, quién subió al techo,
miró con detenimiento, apuntó y tiró la vela encendida, esperando que arda el delincuente; pero
rápidamente fue apagado por los policías. Decidieron subir a la camioneta al asesino, lo taparon, cargaron y levantaron rápidamente. Él patrullero se empezaba a manchar de sangre mezclada con tierra, consecuencia
de lo revolcado y golpeado que estaba el delincuente; maltratado gravemente por querer robar 30 soles a una niña.
Antes de partir la camioneta, entre los vecinos se acercó la madre de la
niña y le dijo al "pirañita": “¡con tu sangre pagarás y por esta tierra dejarás tu vida al
igual que hiciste con Mariela. Miserable!”. El patrullero arrancó y dejó una densa humareda por todo el barrio. Se escuchaban lágrimas, gritos y puñetazos en las
paredes como resignándose ante la muerte de Marielita. Por otro lado, la
Policía llevaba al asesino hacia la comisaría pero se percataron de que no se movía, tampoco respiraba, estaba morado y congelado: Había muerto desangrado en el camino.
Las palabras de
la mamá de Marielita fueron como un palo más que se incrustó en el alma de este delincuente, que tal
vez se vuelva a “encontrar” con la niña pero ya en “otro mundo”.
Foto referencial: Internet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario