Había una vez un país maravilloso llamado “Nutrilandia”. Era un lugar donde reinaba la tranquilidad, igualdad y convivencia entre las frutas y verduras. Ellos compartían sus actividades cotidianas, las realizaban sin recriminarse entre ellos a pesar de pertenecer a distintos géneros. Se consideraban como hermanos, que trabajan para poder salir adelante y no sufrir las necesidades que la naturaleza les dejaba.
Cierto día las
frutas se percataron de que su territorio se iba reduciendo y estaban cada vez
más arrinconados. Grande fue su sorpresa al ver que las verduras les habían
quitado varias hectáreas de terreno por debajo de la tierra; pues eran nada más
ni nada menos la papa y la zanahoria las que se habían extendido demasiado con
sus hijos. Esto traería un fuerte desequilibrio ambiental entre ambos géneros.
“Hagámosle una ensalada de verduras por su traición”,
decía la Piña, quien era la más fuerte y dura de las frutas. “Mejor, los convertimos
en una tortilla”, replicó el Plátano, quien era el mas ligero y alto del grupo.
“Tranquilícense todos”, dijeron los jefes de ambos grupos (era el Brócoli y la Manzana).“Hemos encontrado una solución a todo esto y lo definiremos jugando
futbol”. “¿! Futbol!?”, replicaron todos sorprendidos.
Y así fue, acordaron en que el equipo ganador del
partido se quedaría con el pedazo de terreno que estaba en disputa. Entonces,
todos se alistaron para el enfrentamiento que se realizaría en el estadio
“Monumenfrutas”, porque ellos eran los perjudicados y les correspondían ser
locales.
Dentro del equipo de las verduras estaban: El Cabezón Brócoli (como arquero), el Negro Cebolla, el señor Cara de Papa, el conejo Zanahoria y el señor Nabo. Mientras que
en el equipo de las frutas habían: La recia Piña (como arquero), el ágil Plátano, el señor Manzana, la agria Naranja y el gordo Mango. Finalmente como
la pelota quedaría el señor Limón, quien aceptó gustosamente que lo patearan en
este partido.
Se dio el pitazo inicial y las frutas empezaron el partido. El ágil Plátano salió
rápidamente llevándose al conejo Zanahoria, haciéndole una guacha al señor Nabo, hasta que se detuvo y empezó a llorar. Era el Negro Cebolla, quién le había detenido empleando las capas de su
cuerpo, que emanaban un liquido irritante a los ojos de cualquiera. Al
recuperar el Negro Cebolla el balón, le paso al señor Cara de Papa, quien apuntó y disparó tan fuerte que mandó a
volar a la Piña y todo su caparazón quedó como chapitas regadas por el suelo.
Era el uno a cero.
Las frutas se recuperaron rápidamente y se fueron al
ataque al mando del gordo Mango, quien utilizaba su cuerpo para tumbarse a la Zanahoria, quien quedó aplastada como si la hubieran sembrado de nuevo. Pasa la
pelota al señor Manzana, quien da un centro al
ágil Plátano; al recibir el Plátano, prepara su disparo y patea. Fue
tanta le fuerza, que la pelota de limón se llevó de encuentro la cabeza del Brócoli dejando al descubierto su calvita. Era el uno a uno.
Pasaba los minutos y no llegaba el desempate. Los
jugadores se notaban agitados y con ánimos de rendirse hasta que se oye un “casi”, de parte de las frutas. La
pelota había chocado en el palo.
Foto referencial: Internet
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